Queridas amistades en Cristo,

Sus moderadoras y yo estamos muy preocupados por la lucha política que se está llevando a cabo en la capital de nuestra nación, así como por otros acontecimientos en los EE. UU. y en todo el mundo, y nos sentimos obligados a hacer un llamado a todo el pueblo presbiteriano para que se unan a nosotros en una temporada de oración.

A medida que avanza la lucha en el Congreso de los Estados Unidos por la cuestión de los artículos de juicio político contra el presidente Trump, es fácil que nuestra fe cristiana se lleve el "segundo lugar" detrás de nuestras opiniones y preferencias políticas, y cuando eso sucede, es muy difícil para el Espíritu Santo abrirse paso y guiarnos en el camino de la voluntad de Dios. Esa lucha se hace más difícil dado el grado en que muchos de nosotros hemos vinculado nuestras propias preferencias políticas a nuestra fe, lo que sugiere que lo que deseamos es la voluntad de Dios. Que Dios nos salve de esa trampa mientras oramos por la guía de Dios que trasciende nuestro sesgo político.

Mientras continúa la lucha política, que consume tiempo, dinero y energía política, hacemos bien en recordar a los miles de hombres, mujeres y niños en nuestra nación que no tendrán una comida completa, ahora o en los próximos días, y a quienes pasaran la noche en la calle, en un callejón o en un edificio abandonado. Debemos orar para que Dios cree en nuestros líderes la voluntad política de poner fin a este ultraje.

Y no debemos olvidar a las decenas de miles de hombres, mujeres y niños que huyen del terror en sus propios países, solo para ser abusados, insultados y, en última instancia, alejados, donde se convierten en presas de los traficantes y otros delincuentes.

Mientras nos involucramos en nuestros propios conflictos políticos, debemos recordar a aquellas personas en todo el mundo que enfrentan un peligro aún más grave e incluso la muerte. Sabemos que inmediatamente después de la retirada de las tropas estadounidenses de la frontera siria, donde han servido nuestros aliados kurdos en la lucha contra ISIS, ha llevado al ataque inmediato de las fuerzas armadas turcas contra estos aliados, lo que resulta en muerte generalizada del pueblo kurdo, ignorando a los refugiados que se encuentran en el lugar y la liberación de muchos combatientes de ISIS que se han retenido allí. Estamos llamados a orar por el fin de la violencia en todos los lados.

Mientras oramos, también debemos recordar a los pueblos del Caribe. Muchos han muerto, otros aún no se han encontrado y todos han quedado con sus vidas destruidas por el huracán. Oremos por todas las personas que son víctimas y por las que buscan apoyarles y ayudarles a reconstruir. Al mismo tiempo, oremos por nuestras hermanas y hermanos en Puerto Rico, donde muchos todavía están separados de sus hogares y medios de vida como resultado del huracán hace dos años.

Mientras oramos por estas víctimas, recordemos también a los muchos conciudadanos aquí en los Estados Unidos que han estado y continúan en peligro por el mal tiempo que ha destruido propiedades, vidas y medios de subsistencia.

Dios es nuestro socorro. Oremos por la presencia activa de Dios en nuestro pueblo y, especialmente, por el liderazgo de nuestra nación a medida que se desarrolla la crisis en nuestro gobierno.


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