Mejorar la vida en los márgenes de la sociedad nepalesa
Las donaciones a Una Gran Hora para Compartir ayudan a Juneli Nepal a llevar esperanza y ayuda a la población más vulnerable del país

LOUISVILLE – En lo alto de las montañas de Nepal, cientos de remotas aldeas de montaña salpican el paisaje en un terreno tan precario y vulnerable como la propia población.
Gente como Dilliram Bhatta.
Bhatta, su mujer, Goma, sus dos hijos y sus ancianos padres viven no sólo al margen de la sociedad, sino también de la catástrofe, en el undécimo país del mundo más propenso a los terremotos.
Debido a que el pueblo de Gorkha, donde viven Bhatta y su familia, no ha tenido históricamente una fuente de agua potable limpia, él y los demás aldeanos caminaban regularmente 45 minutos colina abajo para conseguir agua para sus hogares y su ganado, solo para tener que subirla de vuelta a casa.

La escasez de agua se agravó aún más para la aldea cuando, en abril de 2015, un fuerte terremoto sacudió Nepal, matando a unas 9,000 personas e hiriendo a otras casi 22,000 en la peor catástrofe natural que ha sufrido el país desde 1934.
Y Gorkha fue el epicentro del terremoto de 2015.
La catástrofe sin precedentes dejó daños catastróficos a su paso, incluida la destrucción del suministro de agua más cercano a la aldea, por lo que Bhatta y las demás familias no tuvieron más remedio que viajar aún más lejos para conseguir agua. Sus llamamientos al gobierno local para solucionar la crisis del agua resultaron infructuosos.
Pero Juneli Nepal, una pequeña organización sin ánimo de lucro dirigida principalmente por mujeres, escuchó sus súplicas.
Fundada poco después del terremoto, Juneli Nepal se puso en marcha para proporcionar ayuda urgente a las víctimas del seísmo sin dejar de cumplir su misión original de mejorar la vida de las niñas y las mujeres nepalesas haciendo frente a la intocabilidad de género en la sociedad nepalesa.
Hoy, bajo la dirección de su presidenta de 30 años, Anjila Khadka, la organización trabaja para empoderar a las comunidades y a las personas nepalesas abordando problemas sistémicos como las infraestructuras inadecuadas y la falta de acceso a la educación, la formación profesional, los servicios sanitarios, una higiene adecuada, los derechos humanos básicos y de la mujer, y la preparación ante catástrofes.
Para hacer frente a la necesidad inmediata de Gorkha, y de Bhatta, Juneli Nepal trabajó en colaboración con Asistencia Presbiteriana en Desastres (PDA) y el gobierno local para dotar a la aldea de su propio suministro de agua. En 2018, un total de 75 hogares recibieron agua potable segura y limpia.
"Juneli Nepal se alinea con los valores de compasión, colaboración y empoderamiento de PDA, trabajando junto a las comunidades para reconstruir infraestructuras, restablecer los medios de subsistencia y reforzar la resiliencia frente a futuras catástrofes", afirmó Khadka. "Los aldeanos pidieron agua potable, y gracias a PDA tuvimos la dicha y la suerte de resolver el problema".
La misión humanitaria de Juneli Nepal es posible, en parte, gracias a una subvención de la PDA, que a su vez recibe el apoyo de las generosas donaciones del pueblo presbiteriano a Una Gran Hora para Compartir.
Durante más de 75 años, el propósito de la Ofrenda de ayudar a los vecinos necesitados en todo el mundo permanece constante, brindando a la IP (EE. UU.) y a otras denominaciones cristianas una forma tangible de compartir el amor de Dios. Además de la PDA, Una Gran Hora para Compartir también beneficia a los ministerios del Programa Presbiteriano contra el Hambre y del Comité Presbiteriano para el Autodesarrollo de las Personas.
Aunque la Ofrenda puede tomarse en cualquier momento, la mayoría de las congregaciones la reciben el Domingo de Ramos o el Domingo de Resurrección, que este año caen el 13 y el 20 de abril, respectivamente.
"La labor que Juneli Nepal ha realizado en colaboración con la PDA es un testimonio muy claro de lo que significa trabajar juntos para lograr un cambio sostenible", declaró el Rvdo. Edwin González-Castillo, director de la PDA. "Gracias a nuestros esfuerzos conjuntos, podemos proporcionar no sólo ayuda inmediata, sino soluciones a largo plazo que capaciten a las comunidades de Gorkha para reconstruir de nuevo sus vidas con dignidad y esperanza".
En colaboración con Khadka y otras membresías de la organización, González-Castillo afirmó que están trabajando para abordar las causas profundas de la vulnerabilidad, de modo que las comunidades estén mejor preparadas para afrontar futuros retos, que en Nepal son muchos.
Khadka, una joven empresaria y trabajadora social calificada, además de propietaria de un pequeño hotel y de una fábrica de chaquetas, afirmó que uno de los problemas más graves del país en la actualidad es la "fuga de cerebros" debido a las condiciones económicas desfavorables y a la falta de oportunidades laborales de Nepal.
"Estos días falta juventud en nuestro país", afirma Khadka. "Vuelan a Estados Unidos o a Australia o a Canadá para estudiar y se instalan allí y no regresan a Nepal. Juneli Nepal intenta mantener a la gente en los pueblos ayudándoles a crear sus propias pequeñas empresas, a poner en marcha pequeñas granjas agrícolas o ganaderas, o a darles formación de costura o electricista. Y la PDA no sólo nos ayuda a empoderar a la gente en los pueblos; también contribuye a que los jóvenes se queden en el país y trabajen para la gente".
Antes del terremoto de 2015, Khadka dijo que nunca imaginó que se dedicaría al trabajo social.
"Al crecer en una ciudad pequeña, tuve el privilegio de tener una buena vida y una buena educación", afirma. "Nunca conocí los pueblos, pero después del terremoto, cuando empezamos a visitarlos, me dí cuenta de que la gente de nuestro país está sufriendo mucho. En los pueblos, la vida es terrible. La gente vive con lo mínimo".
Sin embargo, gracias a Una Gran Hora para Compartir, la vida de los aldeanos ha empezado a mejorar constantemente.
Khadka pudo verlo en las caras de los ancianos padres de Bhatta cuando le pidieron que expresara su gratitud a la IP (EE. UU.) por ayudar a resolver el problema del agua del pueblo, y de su familia.
"Contribuir a esta Ofrenda ayuda a construir un sentido de comunidad y solidaridad globales, recordando al pueblo presbiteriano que sus contribuciones forman parte de un esfuerzo mayor para lograr un cambio positivo y abordar problemas sistémicos", afirmó Khadka. "Dar generosamente a Una Gran Hora para Compartir es una forma de vivir los valores cristianos de compasión y servicio. Refleja el llamado a amar y apoyar a nuestro prójimo, tanto local como globalmente, sin discriminación alguna, en línea con las enseñanzas de Jesús".
Gracias a Una Gran Hora para Compartir y a la generosidad de sus donantes, Asistencia Presbiteriana en Desastres y sus aliados, como Juneli Nepal, podrán seguir extendiendo el amor de Dios a los más vulnerables.
"Este es un ejemplo muy tangible de cómo esta Ofrenda nos permite brindar apoyo en tiempos de crisis mientras, juntos, PDA y Juneli Nepal trabajan por el desarrollo a largo plazo", añadió González-Castillo. "Esto es lo que hacen las donaciones a esta Ofrenda: ayudar a transformar comunidades, llevar esperanza y sanidad donde más se necesita, hacer una diferencia en la vida en todo el mundo y expresar el compromiso de Cristo con la justicia".
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