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Presbyterian News Service

Rendición de cuentas

La retirada del Departamento de Justicia de los decretos de consentimiento y lo que significa para la justicia racial, el hambre y la pobreza

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Logan Weaver Unsplash

June 4, 2025

*  Jennifer Evans, Asociada, Programa Presbiteriano Contra el Hambre;

Presbyterian News Service

Se suponía que los decretos federales de consentimiento que surgieron tras los asesinatos policiales de Breonna Taylor en Louisville (Kentucky) y George Floyd en Minneapolis (Minnesota) iban a representar un punto de inflexión. Por un momento, pareció que se estaba produciendo un cambio de verdadera responsabilidad y reforma, porque los organismos federales revisarían la actuación policial local y estatal para garantizar que se ajustaban a las reformas necesarias. Pero ahora, el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha abandonado estos acuerdos federales, un ejemplo más del abandono por parte de la administración Trump de la supervisión federal para ayudar a proteger los derechos civiles en todo el país.

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Logan Weaver Unsplash
Foto de Logan Weaver vía Unsplash

El mes pasado se cumplieron cinco años del asesinato de George Floyd, un momento que desencadenó protestas mundiales y renovó los movimientos que exigen justicia y el fin de la brutalidad policial. Tras su muerte, la joven hija de Floyd, Gianna, declaró con fuerza: "Papá cambió el mundo." Al reflexionar sobre este aniversario, sus palabras nos recuerdan la responsabilidad que tienen las personas de fe y conciencia de garantizar que los legados de Floyd, Taylor y otros se traduzcan en una transformación duradera.

Los decretos de consentimiento son acuerdos legales utilizados para imponer reformas en los departamentos de policía con pautas establecidas de mala conducta y violaciones de los derechos civiles. Son una herramienta clave cuando los mecanismos locales no han conseguido responsabilizar a las fuerzas del orden. Al dar marcha atrás en estos acuerdos, el Departamento de Justicia abandona de hecho a las comunidades más afectadas por la actuación policial racista, en particular las comunidades negras que sufren de forma desproporcionada la violencia policial. El Southern Poverty Law Center ha destacado que los decretos de consentimiento son vitales para exigir responsabilidades a los organismos encargados de hacer cumplir la ley y garantizar el cumplimiento de las normas de derechos civiles, abogando por que se sigan utilizando para promover el cambio sistémico y la justicia.

Los datos del proyecto Mapping Police Violence muestran que los estadounidenses de raza negra tienen casi tres veces más probabilidades de morir a manos de la policía que los estadounidenses de raza blanca. Esta preocupante disparidad subraya la naturaleza sistémica del problema, que no puede abordarse mediante reformas menores o promesas simbólicas y que no puede dejarse únicamente en manos de los departamentos de policía locales o estatales. La retirada de los decretos de consentimiento revela una falta de compromiso federal con la justicia racial, el cambio significativo y la rendición de cuentas - preocupante porque reforzará estas mismas faltas de compromiso en los estados a los que anteriormente se les había exigido estos decretos debido a la preocupación documentada de que podrían eludir las reformas necesarias sin ellos.

En Louisville, la madre de Breonna Taylor, Tamika Palmer, ha expresado su profunda frustración por la forma en que los dirigentes locales han gestionado el proceso del decreto de consentimiento. Este tipo de maniobras políticas demuestra lo frágiles que pueden ser los avances cuando los líderes no se comprometen con la demanda de justicia de la comunidad.

Muchas comunidades religiosas, incluida la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.), se han pronunciado claramente sobre la necesidad de justicia racial y responsabilidad policial. La resolución de la 222ª Asamblea General, "Frente al racismo: Una visión de la comunidad intercultural", instaba a la Iglesia a hacer frente al racismo sistémico y a trabajar activamente por la equidad racial. Más recientemente, la 224ª Asamblea General reafirmó el compromiso de la iglesia de desmantelar el racismo estructural, apoyar los movimientos por la vida de los negros e invertir en alternativas a la actuación policial tradicional.

El Programa Presbiteriano contra el Hambre entiende que el racismo no es sólo una causa de la violencia policial, sino también del hambre y la pobreza, y que luchar por la justicia racial es también luchar contra el hambre y la pobreza. Cuando a las comunidades de color se les niega sistemáticamente el acceso a los recursos básicos mediante políticas y prácticas discriminatorias, la inestabilidad económica resultante es su propia forma de violencia. La verdadera justicia racial exige un acceso equitativo a la alimentación, la vivienda, la atención sanitaria y la educación, elementos esenciales que todavía se niegan intencionadamente a muchas personas debido al legado y las repercusiones actuales del racismo. Afrontar estas causas profundas no sólo es un imperativo moral, sino que es fundamental para construir una sociedad más justa y próspera para todos.

Mientras la actual administración debilita las herramientas federales, la defensa estatal y local es más importante que nunca. Las comunidades religiosas deben unir sus fuerzas a las de los más vulnerables para impulsar la creación de juntas civiles de supervisión independientes con facultades de investigación, exigir transparencia en los datos policiales y apoyar respuestas alternativas, como asesores de salud mental en crisis e iniciativas de seguridad basadas en la comunidad.

¿Qué más pueden hacer los presbiterianos?

  • Únase a los grupos de Organización Comunitaria Basada en la Congregación (CBCO) que exigen responsabilidades a los gobiernos locales
  • Asista a las reuniones del ayuntamiento o de la comisión del condado
  • ¡Haz oír tu voz! Póngase en contacto con sus dirigentes estatales y locales.

Las comunidades religiosas pueden ofrecer tanto una voz moral como un apoyo tangible a estos esfuerzos. No podemos permitir que el fracaso del gobierno federal indique el fin de la lucha por la justicia. Debemos utilizarla para inspirarnos a actuar -con valentía, coherencia y unos junto a otros- arraigados en la llamada a ayudar a crear una Comunidad Amada, en la que la justicia, la compasión y la solidaridad no sean sólo ideas, sino compromisos vividos, como nos recuerda Miqueas 6:8. "¿Qué te pide el Señor, sino que hagas justicia, ames la bondad y camines humildemente con tu Dios? "¿Qué pide el Señor de ti sino que hagas justicia, ames la bondad y camines humildemente con tu Dios?"

Jennifer R. Evans es Asociada del Programa Presbiteriano contra el Hambre para Comunicaciones y Asociaciones Nacionales.

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Temas: Racial Equity, Hunger & Poverty, Defensa y justicia social