Es la política de la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.) y de todas las entidades que conforman la Asamblea General que todos los miembros de la iglesia, los oficiales de la iglesia, los empleados que no son miembros y los contratistas, y los voluntarios de las congregaciones, los concilios y otras entidades de la iglesia deben mantener el mayor sentido de integridad, seguridad, apoyo y cuidado al involucrarse en interacciones con la niñez, la juventud y las personas adultas vulnerables.