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Mientras navegaba por Facebook, vi que alguien compartió esta cita atribuida al Reverendo Doctor William J. Barber: «Los predicadores y predicadoras no pueden mantenerse al margen de la política. Somos capellanes del imperio o profetas de Dios». Esta declaración podría considerarse controvertida y provocó muchos comentarios sobre la separación de la iglesia y el estado, los partidos electorales y las candidaturas específicas. Al conocer el ministerio del Rvdo. Dr. Barber en la Campaña de los Pobres, interpreté esto como un llamado a quienes predicamos a involucrarnos en los asuntos de la polis.

Polis, una palabra en griego que significa «ciudad», también representaba a una comunidad con su propia identidad, cultura, y estructuras sociales. Este concepto fue sumamente importante en el desarrollo de la democracia en Atenas y continúa su influencia dentro de nuestro lenguaje hoy en día en palabras como «política», «metrópolis» y «cosmópolis».

Cuando Dios nos llama a «trabajar en el mundo por la paz, la justicia, la libertad y el desarrollo humano», nos comprometemos con el Dios Trino y la iglesia a mantener un compromiso con la polis: a preocuparnos intencionalmente por la comunidad. Debemos considerar cómo las políticas y decisiones gubernamentales afectan a todas las personas en nuestras comunidades, desde aquellas que viven en los suburbios hasta las que luchan por encontrar empleo. Todos estos llamados a «trabajar en…» están interrelacionados. La frase «¡Sin justicia, no hay paz!» que se escucha durante las protestas es un ejemplo de esta conexión. También podríamos decir: ¡Sin justicia, no hay paz! ¡Sin paz, no hay libertad! ¡Sin libertad, no hay desarrollo humano! Estos conceptos están profundamente interconectados.

Dios envía a la iglesia a trabajar a favor de la justicia y la paz en el mundo. En el Libro de Orden, en el Directorio para la adoración se nos dice que:

«Dios envía a la Iglesia a trabajar por la justicia en el mundo: a ejercer su poder por el bien común; a actuar con honradez en las esferas personal y pública; a buscar la dignidad y la libertad de todas las personas; a acoger a quienes vienen de fuera; a promover la justicia y la equidad en la ley; a superar las disparidades entre la riqueza y la pobreza; a dar testimonio contra los sistemas de violencia y opresión; y a reparar las injusticias contra las personas, los grupos y los pueblos. Dios también envía a la Iglesia a buscar la paz: en la Iglesia universal, dentro de las denominaciones y a nivel congregacional; en el mundo, donde las naciones y los grupos religiosos o étnicos se hacen la guerra unos a otros; y en las comunidades locales, escuelas, lugares de trabajo, vecindarios y hogares. Estos actos de instaurar la paz y la justicia se basan en el acto de reconciliación de Dios con su pueblo en Jesucristo, y son una forma de participar en la intercesión sacerdotal de Cristo o en su defensa del mundo». (W-5.0304)

La libertad, en este caso, es el equilibrio entre la conciencia individual, el criterio de la comunidad y la adhesión a la fe. Al ejercer la libertad, damos testimonio del amor de Dios, apoyamos el ministerio de la iglesia y contribuimos al bienestar de la comunidad y la sociedad. Somos libres porque Dios nos ha hecho libres. Somos libres para servir a Dios y a las demás personas.

La plenitud y el desarrollo humano se encuentran al vivir en comunión con Dios y participar en su obra en el mundo. Encontramos plenitud y desarrollo al disfrutar, glorificar, confiar y obedecer a Dios. También hallamos gozo en proclamar el evangelio, ofrecer gracia a las demás personas e invitarlas al discipulado, lo cual nos da propósito e identidad. Contribuimos a nuestro bienestar, al de las demás personas y al del mundo. En esa plenitud y desarrollo, no hay necesidad del individualismo que promueve el mundo. Somos parte de la polis y debemos esforzarnos por asegurar que la paz, la justicia, la libertad y la plenitud humana estén al alcance de toda persona.

¿Qué puede hacer usted como persona ordenada a ser anciana gobernante para ayudar a las personas que son parte de su congregación a trabajar de esta manera?

  1. Ayudar a guiar a la congregación en su entendimiento y acción ante sus responsabilidades para promover la paz y la justicia en su comunidad y más allá.
  2. Organizar y dirigir iniciativas dentro de la congregación para atender las necesidades de su comunidad y movilizar a las personas que son parte de ella para que participen en actos de compasión.
  3. Fomentar y facilitar la participación de la congregación en esfuerzos de intercesión y compañerismo con otras organizaciones de su comunidad que estén comprometidas con la justicia.
  4. Ofrecer experiencias y momentos para estudiar las Escrituras y las enseñanzas de la iglesia sobre la justicia y la paz, así como para ofrecer talleres y otras oportunidades de aprendizaje.
  5. Servir a las personas con energía, inteligencia, imaginación y amor, dando un ejemplo para que las personas que son parte de la congregación lo sigan en su diario vivir y sus interacciones.
  6. Asegurarse de que los cultos de adoración incluyan elementos que inspiren y llamen a la congregación a la acción trabajando por la paz, la justicia, la libertad y la realización humana en la polis, el mundo.

Para reflexionar:

  • ¿De qué manera la declaración del Rvdo. Dr. William J. Barber, «Los predicadores y predicadoras no pueden mantenerse al margen de la política. Somos o capellanes del imperio o profetas de Dios», desafía o afirma su entendimiento del rol del liderato de la iglesia en cuestiones sociales y políticas?
  • ¿De qué manera podemos, como personas que somos parte de una comunidad (polis), contribuir activamente a promover la paz, la justicia, la libertad y la plenitud y desarrollo humano en nuestro contexto local? ¿Cómo se alinea esto con nuestra fe y compromiso con Dios y la iglesia?
  • Reflexione sobre la interconexión de la justicia, la paz, la libertad y el desarrollo humano como se describió anteriormente. ¿Cómo puede el reconocimiento de estas conexiones impactar sus acciones personales y los esfuerzos colectivos de su comunidad de fe para trabajar con cuestiones sociales?


Marissa Galván Valle es ministra de la Palabra y los Sacramentos de la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.). Ella es la editora principal de los recursos en español de la Corporación presbiteriana de publicaciones y sirve en una relación pastoral temporal en la Iglesia Presbiteriana de Beechmont, una iglesia intercultural que adora cada domingo en español e inglés. Ella fue ordenada como anciana gobernante cuando tenía veintiún años de edad.

A lo largo del 2023 y 2024, los artículos mensuales de Regarding Ruling Elders (Respecto a los/as ancianos/as gobernantes) alternarán entre una inmersión profunda en las formas en que los ancianos y ancianas gobernantes disciernen y miden la vida de una congregación a través del ministerio de las membresías e historias sobre cómo los ancianos y ancianas gobernantes están usando su llamado y dones mientras se mueven dentro y fuera de las paredes de la congregación.

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