Una de las primeras cosas que escuché sobre la mayordomía cuando era niña en la iglesia fue la definición clásica y fácil de recordar de las «Tres T» que luego aprendí que funcionaba también en inglés: tiempo, talento y tesoro (time, talent, treasure). Esta era una manera de pensar en la mayordomía no sólo como una conexión con las cosas materiales, sino también como una disciplina que abarca todo nuestro compromiso como personas cristianas con Dios y con la iglesia. Este concepto nos desafiaba a reflexionar: ¿Cuánto tiempo comprometo para la iglesia a través de mi participación y liderazgo? ¿Cómo uso mis talentos y habilidades para servir a Dios? ¿Cómo apoyo el ministerio y la misión de la iglesia a través de mi tesoro o apoyo financiero?
El Libro de Orden declara que damos testimonio del amor y la gracia de Dios al involucrarnos en el ministerio de la iglesia de Cristo, por medio de «apoyar el ministerio de la iglesia mediante dádivas de dinero, tiempo y talentos» (G-1.0304). Apoyamos el ministerio de la iglesia, no como una obligación, para tener el poder de decidir qué pasa en la iglesia, o para obtener el favor divino, sino como una manera de dar testimonio del amor y la gracia de Dios por medio de nuestra respuesta de gratitud. Las palabras de 2 Corintios 5,18a nos ayudan a afirmar que nuestra gratitud reconoce que «todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo». Es importante que conectemos el amor y la gracia de Dios con apoyar el ministerio de la iglesia. Como dice Karl Barth, en una de sus ideas más famosas de su Dogmática eclesiástica, «Charis siempre demanda una respuesta de eucharistia. La gracia y la gratitud van de la mano como el cielo y la tierra. La gracia evoca la gratitud como la voz un eco. La gratitud sigue a la gracia como un trueno [sigue] al rayo».
¿Cómo puede usted, como anciano o anciana gobernante, invitar a su congregación a comprender la gracia de Dios de tal manera que provoque una respuesta de gratitud mediante la dadiva de dinero, tiempo y talentos? Quizás tengamos que volver al principio. En nuestro material educativo para las clases de confirmación titulado Big God, Big Questions: Confirmation for a Growing Faith, la manera en que se explica la gracia es que es el amor que Dios nos da, no porque nos lo hayamos ganado, sino porque Dios nos ama a pesar de todos nuestros errores. La gracia es un amor más grande de lo que podemos imaginar. Es el amor paciente y bondadoso de Dios por su pueblo y es un amor que «todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta». El amor de Dios nunca termina. Podemos amar a las demás personas porque hemos experimentado el amor de Dios a través de la creación y de nuestra salvación por medio de Cristo. Amamos porque Dios nos amó primero y de manera total y absoluta. Nuestro amor es nuestra respuesta de gratitud. A medida que practicamos el amor y la gracia, crecemos en nuestra capacidad de vivir con gratitud, reconociendo la gracia de Dios obrando en nuestras vidas y en las vidas de las demás personas.
Quizás entonces, al pensar en las tres t de la mayordomía, podríamos sustituir la redacción original y pensar en la mayordomía como las tres G: ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!. Esto me recuerda las tres maneras de orar que menciona Anne Lamott: ¡Ayúdame! ¡Gracias! ¡Guau! Esto mueve el enfoque de la motivación de las congregaciones para dar, de los gastos de la iglesia, a una práctica de fe de amar a Dios y amar a las demás personas a través de una gratitud expresada y accionada. Damos gracias a Dios por su amor y salvación y damos con alegría y alabanza. Como anciano y anciana gobernante, usted da gracias por los talentos que le han sido dados y expresa su aprecio y cuidado con intencionalidad. Todas estas expresiones de gratitud son parte de la vida de la iglesia. Cada ofrenda es importante. Ninguna ofrenda es demasiado pequeña. Los niños y niñas pueden dar sus monedas, ayudar en varias partes del culto y participar en programas de formación cristiana. Los jóvenes pueden ayudar y participar en los ministerios de la iglesia, donar a campañas especiales que tengan que ver con las causas en las que creen y pasar tiempo con las personas más jóvenes de la iglesia. Las personas adultas pueden participar en comités, encontrar maneras que les ayuden a expresar su agradecimiento a Dios y abrir sus corazones al Espíritu para discernir otras maneras en las que pueden contribuir y ser administradoras fieles de lo que Dios les ha dado.
La gracia y la gratitud son el corazón de la mayordomía.
Para reflexionar:
- ¿Cómo reconoce la gracia de Dios en su vida? ¿Cuáles son algunas de las maneras en que responde a la gracia de Dios? ¿Cómo expresa y responde su congregación a la gracia de Dios por medio de la gratitud?
- ¿Cómo usted, como líder de la iglesia, aprecia y da gracias por las ofrendas que dan las personas que participan en su iglesia?
- ¿Cómo invita usted a su congregación, como anciano o anciana gobernante, a comprender la gracia de Dios de tal manera que ella responda con gratitud al dar tiempo, talento y tesoro?
Marissa Galván-Valle es ministra de la Palabra y los Sacramentos en la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.). Es la editora principal de recursos en español en el Presbyterian Publishing Corporation y pastora a tiempo parcial de la Iglesia Presbiteriana Beechmont, una iglesia intercultural que rinde culto todos los domingos en español e inglés. Fue ordenada anciana gobernante cuando tenía 21 años.
A lo largo de 2023 y 2024, los artículos mensuales Acerca de los ancianos gobernantes alternarán entre una inmersión profunda en las formas en que los ancianos gobernantes disciernen y miden la vida de una congregación a través del ministerio de los miembros e historias sobre cómo los ancianos gobernantes están usando su llamado y sus dones a medida que avanzan dentro. y más allá de los muros de la congregación.
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