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Hace varios años, tuve el honor de ser el orador principal en un retiro juvenil de fin de semana para el Presbiterio de Cascades. Nos reunimos en un hermoso centro de retiro en las afueras de Portland, Oregón. Cuando los jóvenes y adultos se reunieron el viernes por la noche, conocí a Marissa, una estudiante parapléjica de primer año de secundaria. Era tranquila y un poco tímida, y se movía bien en su silla de ruedas. Le dije que estaba muy contento de que estuviera con nosotros el fin de semana.

Hicimos todo lo posible por incluir a Marissa, pero debido a la limitada accesibilidad, tuvo que quedarse en el albergue principal en lugar de en las cabañas con los demás jóvenes. Era un fin de semana lluvioso, por lo que no pudo unirse a nosotros en el campo embarrado para los juegos grupales. Uno de los otros jóvenes era lo contrario de Marissa. Su nombre era Darin. Era un estudiante de último año de secundaria, alto, bullero, casi desagradable y atlético. Le encantaba llamar la atención y parecía disfrutar cuando retaba los límites.

El sábado por la noche, nos reunimos en la cabaña principal para bailar. La mayoría de los "bailes" eran energizantes que el grupo había aprendido. Fue muy divertido. Marissa participaba cuando podía, pero la mayor parte del tiempo se quedaba contra la pared de la habitación. Después de unos 45 minutos, Darin reclamó el micrófono y dijo a todos que cogieran una de las sillas apiladas contra las paredes. Por razones que no entiendo, todos le obedecimos. Nos dijo que esparciéramos las sillas por el suelo y nos sentáramos en ellas. Entonces Darin miró a Marissa y le gritó: "¡Marissa! ¡Vamos! ¡Vamos a bailar!" Marissa se dirigió hacia Darin, la música comenzó de nuevo y todos bailamos sentados en nuestras sillas.

El liderazgo baila. Los líderes bailan de manera que dan la bienvenida a todas las personas de todas las habilidades. Durante el resto de la noche, Marissa se quedó en la pista de baile. A veces, la mayor parte del grupo estaba sentado. A veces, la mayor parte del grupo estaba parado. Pero todo el tiempo Darin se movía por la sala alentando a los estudiantes más jóvenes y tímidos a unirsenos. Cada vez que canto "I Danced in the Morning", mi corazón me lleva de vuelta a Marissa y Darin, y doy gracias por habernos enseñado una nueva forma de bailar.

El liderazgo baila.

Para reflexionar:

  • ¿Cuándo le enseñaron una nueva forma de bailar como hijo de Dios?
  • ¿Que persona necesita ser invitada a bailar?
  • ¿Cómo se ha unido a Jesucristo, el Señor de la Danza, en su danza?

El Rvdo. Dr. Rodger Nishioka se desempeña como pastor asociado principal y director de formación de fe para adultos en la Iglesia Presbiteriana Village en Prairie Village, Kansas. Antes de unirse al personal de la Iglesia Village, se desempeñó como profesor de educación cristiana en el Seminario Teológico Columbia en Decatur, Georgia.

Este artículo es el décimo de una serie de 12 partes que se enfoca en la formación de líderes de la IP(EE. UU.) como parte del "Año de Formación de Líderes: Invertir en ancianos/as gobernantes, diáconos y diaconisas". Para recursos adicionales disponibles visite www.pcusa.org/leader-formation/.