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La pandemia de COVID-19 ha cobrado un enorme precio en las comunidades raciales de todo el país. Y aunque las personas negras y morenas se ven afectadas negativamente en tiempos de crisis sanitaria y económica debido a décadas de racismo y pobreza sistémicos, siguen resistentes en su capacidad de seguir adelante a pesar de los obstáculos estructurales.
La rda. Rosa Miranda, Asociada de la Oficina de Apoyo Congregacional Intercultural Hispano/Latino de Ministerios Interculturales para la Equidad Racial y de las Mujeres, dice que alrededor de la primera semana de abril necesitaba saber cómo andaban las comunidades de fe y los/as líderes presbiterianos/as hispanos/latinos y qué impacto tenían las órdenes de quedarse en casa en las iglesias y comunidades hispanas/latinas.
Miranda recibió muchas respuestas. "Sus respuestas variaban desde: 'Estamos en una situación desesperada al apoyar a las familias que han perdido sus trabajos,' 'Los padres y madres se saltan las comidas para poder darles de comer a sus hijos,' hasta 'Nuestro consistorio ha designado unos pocos miles de dólares para apoyar a aquellas personas que están hambrientas en nuestro vecindario' y 'Otras organizaciones sin fines de lucro e iglesias han donado, ya que conocen nuestro ministerio y nuestros servicios orientados a la misión durante los años,'" dijo Miranda.
"Las comunidades de fe hispanas/latinas de la Iglesia Presbiteriana (EE. UU.) son diversas en muchos sentidos," dijo. "Sin embargo, también tienen mucho en común, como una fuerte fe en la provisión de Dios y el cuidado amoroso incondicional, y saben que pueden hacer mucho con muy poco. Construyen relaciones genuinas con personas y organizaciones, y ni lo piensan dos veces hacer solidaridad con otras personas en tiempos de crisis, sufrimiento y necesidad."
Miranda dice que todos estos aspectos han desempeñado un papel importante en la confrontación de esta pandemia en formas que han beneficiado no sólo a las familias de las comunidades de la fe de la IP (EE. UU.), sino también a sus vecinos/as y amistades. "Hay varios ejemplos de congregaciones hispanas/latinas que se han convertido en una bendición en sus vecindarios al servir a la gente sin hacer distinciones," dijo Miranda. "Se trata de cómo Dios multiplica el pescado y el pan y hace lo que parece imposible a los ojos de las demás personas. Hay tantas historias de resistencia que se basan en el fundamento de su fe en Dios y en el seguir a Jesús. Estas son personas que saben lo que es no saber cuándo se servirá la próxima comida en la mesa — y aún así, Dios provee. Me recuerda a la iglesia primitiva que se aseguraba de que todos tuvieran un pedazo de pan en su mesa."
El rdo. Pedro Pablo Morataya, que es el pastor de la Primera Iglesia Presbiteriana Hispana en Oakland, California, está haciendo un potente trabajo en su comunidad. Morataya dice que la iglesia ha proporcionado una ayuda muy concreta a través de diáconos y diaconisas y otros/as voluntarios/as a los necesitados. Por ejemplo, durante la primera semana de la orden de quedarse en casa, la iglesia ayudó al dar 300 dólares a cada una de 17 familias. Morataya dice que estas familias siguen sin trabajo ni ingresos. Y, puesto que no tienen acceso a la ayuda del gobierno debido a su condición, la iglesia continúa mirando las formas en que puede ayudarlos.
La Primera Iglesia Presbiteriana Hispana también ayuda a los estudiantes en sus clases de inglés con regalos de 100 dólares. Dice que la mayoría de los estudiantes llegó hace menos de un año y que la iglesia continúa brindando apoyo a través de su equipo de voluntarios/as de la congregación y la comunidad. Además, la iglesia está orientando y ayudando a la gente a averiguar si tendrán derecho al desempleo u otra asistencia en la localidad para que puedan buscar, cumplimentar y enviar solicitudes de esa asistencia.
Morataya dice que la iglesia no sólo proporciona apoyo financiero, sino también el tan necesario apoyo emocional y espiritual. También hay comunicación diaria a través de WhatsApp y otras plataformas digitales que no se limita a la congregación, sino también con todas las familias y contactos individuales de la comunidad, especialmente los más necesitados.
Con el fin de proporcionar un apoyo pastoral constante, la lista de congregantes de la iglesia se divide entre nueve ancianos/as gobernantes y los diáconos y diaconisas. Morataya dice que los estudios bíblicos y los servicios de adoración tienen como objetivo dar apoyo en este momento de crisis. Están diseñados para despertar la conciencia de aquellas personas que podrían ayudar un poco más y aún no se han dado cuenta de que este es el momento preciso para convertir su fe de la teórica a la práctica.
Morataya dijo, "Personalmente, trato de mantenerme informado sobre la totalidad de la proyección, en lo bueno y lo malo, y las posibilidades de asistencia. Creo que tenemos el deber de informar y presentar opciones. Nuestro trabajo no se limita sólo a nuestra congregación, sino que va mucho más allá."
El trabajo de la Primera Iglesia Presbiteriana Hispana no se ha logrado por sí solo. Morataya dice que este trabajo se ha hecho con generosidad y en asociación con la iglesia local, individuos y otras organizaciones.