El Secretario Permanente de la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.) J. Herbert Nelson, II, emitió la siguiente declaración hoy (8 de noviembre) sobre el tiroteo masivo a de veintiséis fieles en la Primera Iglesia Bautista de Sutherland Springs, Texas, el domingo 5 de noviembre:

 
Declaración de solidaridad por el tiroteo masivo en la Primera Iglesia Bautista de Sutherland Springs, Texas, el 5 de noviembre del 2017

El pasado domingo 5 de noviembre, la Iglesia celebró la Fiesta de Todos los Santos, un día para conmemorar a aquellas personas santas de nuestras vidas, cuyas vidas en la tierra han terminado, pero cuya pérdida aún se siente y cuya memoria es una bendición e inspiración para nosotros(as). Este pasado Domingo de Todos los Santos, veintiséis santos, que van desde unos meses hasta setenta y dos años de edad, se les robo sus vidas inesperada y violentamente cuando un pistolero abrió fuego en medio de la adoración en la Primera Iglesia Bautista de Sutherland Springs, Texas. La pequeña congregación ha perdido un número significativo de sus miembros, incluida la hija de catorce años del pastor y varias generaciones de una familia, que perdieron ocho miembros por causa de la violencia. La pequeña y pacífica comunidad de Sutherland Springs, en cuestión de segundos, perdió el 4 por ciento de su población, y no hubo nadie en esa ciudad no fuese afectado por la maldad del pistolero. Las congregaciones y comunidades cercanas han extendido su cariño y apoyo a Sutherland Springs, incluyendo el liderazgo del Presbiterio de Misión.

La Iglesia Presbiteriana (EE. UU.) extiende sus más profundas condolencias, sus oraciones y su apoyo a la congregación, a sus familias y a la comunidad de Sutherland Springs, ya que comienza a lidiar con el enorme mal cometido en su seno.

Pero nuestras oraciones y nuestras condolencias no son suficientes. Como el profeta Jeremías escribió: «con pañitos de agua tibia pretenden curar las heridas de mi pueblo, dicen que ‘todo está bien’ cuando todo esta tan mal» (Jer. 6:14, TLA). No hay palabras ni oraciones lo suficientemente elocuentes para describir el horror y la indignación que evoca esta atrocidad. La IP (EE. UU.) señala que este es el segundo tiroteo masivo más grande actualmente en la historia de los EE. UU.; y además señala que, el más grande que costó cincuenta y nueve vidas en Las Vegas, Nevada, fue hace apenas cinco semanas. El Presidente de Estados Unidos, al expresar sus condolencias tras el tiroteo en Las Vegas, dijo que, aunque no era apropiado tener una conversación nacional sobre la prevención de la violencia armada a raíz de esta tragedia, debería haber una conversación en el futuro. Cinco semanas más tarde, no estamos cerca de esa conversación y veintiséis personas más están muertas a causa de un tiroteo masivo, y un sinnúmero más en actos menores de violencia en los EE. UU.

Citando Gun Violence, Gospel Values (https://www.presbyterianmission.org/resource/gun-violence-gospel-values-mobilizing-response-god/):«La PC (EE. UU.) y sus organismos predecesores han abordado la violencia con armas de fuego a través de las acciones de [muchas] Asambleas Generales en los últimos [cincuenta] años» (p.7). Desde finales de la década de los sesenta, en respuesta a los asesinatos de líderes públicos, la Asamblea General pidió «... control [de] la venta y posesión de armas de fuego de todo tipo». Se aprobaron resoluciones similares nuevamente en 1976, 1988, 1990, 1991, 1996 y 1998. Cada resolución reflejaba un sentido de urgencia moral en respuesta a la creciente violencia armada y las tendencias culturales que contribuyeron a ella. Estas resoluciones han hecho un llamado a la iglesia para que participe en la educación y defensa a nivel federal, estatal y comunitario para prevenir la violencia armada. Las 219ª y 221ª Asambleas Generales (2012) y (2014) reiteraron e intensificaron este llamado, instando a la iglesia en todos los niveles local, regional y nacionalmente a participar en la prevención de la violencia armada, para brindar apoyo pastoral y espiritual a las víctimas y sobrevivientes , y participar en actos de testimonio público y promoción de políticas que promulguen una legislación más sólida para abordar sistemáticamente las causas complejas, y trabajar para reducir y eliminar el flagelo de la violencia armada en nuestros vecindarios y nuestra nación.

Ya es hora de que comience una conversación nacional. Se han destruido demasiadas vidas, se han realizado muy pocos esfuerzos, y las leyes que regulan la adquisición de armas, las tiendas de armas y los espectáculos, y los tipos de armas disponibles para las personas que difunden violencia, son totalmente inadecuadas. El momento de razonar juntos es ahora. El momento de actuar es ahora. La visión de «un cielo nuevo y una tierra nueva» (Apocalipsis 21: 1), una ciudad santa donde «ya no habrá más llanto» (Isaías 65:19) no es solo una esperanza para el Reino de Dios, pero también un imperativo moral y ético convincente que exige la acción y el compromiso de las personas de fe.

En la fe que compartimos,




El Reverendo Dr. J. Herbert Nelson, II
Secretario Permanente de la Asamblea General
Iglesia Presbiteriana (EE.UU.)

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