La sala de estar de Margaret es luminosa y alegre, y esta el olor de los queques frescos en el aire. Julia (la hija de Margaret, diaconisa que actualmente no está sirviendo) y acabo de llegar de la iglesia donde hemos celebrado la Cena del Señor. En una cesta pequeña llevo pan partido y una pequeña botella de vino (o jugo) que ha sido entregado de la mesa del Señor durante la adoración. Pronto extenderemos la mesa del Señor con Margaret.
Las personas que no pueden asistir a la adoración siempre disfrutan las visitas de los líderes de la iglesia, especialmente de esas visitas cuando la vida continua de la congregación es compartida. «La extensión de la Mesa», que celebra la Cena del Señor con aquellas personas que no pueden venir a la iglesia, puede ser uno de los ministerios más importantes a los cuales los ancianos gobernantes son llamados a servir. En la sección del Directorio para la Adoración que describe la Cena del Señor, dice esto: «La administración de los elementos puede ser extendida, por dos o más personas en el ministerio ordenado de la iglesia, a aquellos quienes están aislados de la comunidad de adoración... Los elementos se servirán en el mismo día después del servicio de adoración, o tan pronto como sea posible, como una extensión directa de lo servido a la congregación reunida...» (Libro de Orden, W-3.3616e).
Las visitas a los miembros que no pueden salir de sus hogares son ocasiones para un cuidado pastoral significativo; una charla honesta sobre las alegrías de la vida y las dificultades. Al extender la Mesa, la unidad de la Palabra y el Sacramento es un foco central, así que también llevo una Biblia, un orden para el culto del día de servicio y algunas notas que he hecho sobre los detalles del servicio y sobre el sermón. Esto asegura de que la Cena del Señor no se convierta en una especie de ritual «mágico» o un «momento con Jesús» puramente personal. En la Cena del Señor «unimos nuestras voces con profetas y mártires y con todos los fieles de cada momento y lugar». La presencia de dos miembros del ministerio ordenado; los diáconos, los ancianos gobernantes y docentes, tanto activos como inactivos, da énfasis personalizado al énfasis comunal del sacramento. Si ha habido un bautismo durante la adoración, es apropiado recordarles de su propio bautismo a los que están en casa, como se hizo con la congregación reunida. El agua y el signo de la cruz en la frente pueden ser usados con estas palabras: «Margaret, recuerda tu bautismo y siéntete agradecida».
Las palabras que compartimos son familiares: «Que El Señor esté contigo». «Y también contigo». «La Palabra del Señor». «Demos Gracias a Dios». «El pan de vida». «Amén». «La copa de salvación. «Amén». Para Margaret, y para muchas personas como ella, estos son signos de su inclusión en la vida actual de la congregación. No se necesitan piezas de servicio especiales para este servicio. Un plato ordinario y una taza de la cocina colocan el sacramento aún más cerca de casa.
La Iglesia Presbiteriana (EE.UU.) provee instrucciones para el servicio de la extensión de la comunión de la iglesia en https://www.presbyterianmission.org/wp-content/uploads/extendedservingorderworship.pdf.
Se pueden imprimir estas instrucciones de dos páginas en un pequeño folleto. Estas son «rúbricas»; sugerencias de cómo se debe llevar a cabo el servicio. Este recurso es invaluable para ancianos y diáconos que están sirviendo en el ministerio de extender la Mesa.
Mientras nos preparamos para dejar a Margaret, nuestra despedida está ligada con la seguridad de la presencia de Cristo entre nosotras al compartir el pan y el vino. Todas nosotras hemos sido bendecidas en el ministerio de extender la Mesa.
Jane Rogers Vann es profesora emérita de educación cristiana en el Seminario Presbiteriano Unión en Richmond, Virginia, y vive ahora en Asheville, Carolina del Norte. Ella continúa enseñando cursos en las áreas de adoración y educación.
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