Dios tolera incluso nuestra tartamudez y perdona nuestra ignorancia siempre que algo se nos escapa sin darnos cuenta, de hecho, sin esta misericordia no habría ninguna libertad para orar. ~ John Calvin
Parece haber una ecuación matemática en esta cita de Juan Calvino. Tolerancia, más perdón, más misericordia, es igual a libertad — la libertad definida como la posibilidad de un hijo/a poder pedir algo a su padre/madre. Me pregunto si esta fórmula no puede aplicarse a nuestra vida como comunidad.
Helen Keller dice que la tolerancia es el mayor regalo de la mente; requiere del cerebro el mismo esfuerzo que le conlleva equilibrarse a sí mismo sobre una bicicleta. Es lo contrario de una posición del ganador/a que se lleva todo. Significa sostener puntos de vista opuestos ligeramente en tu cabeza. En una comunidad esto provee para el debate y la discusión, lo que puede llevar a mejores ideas.
«Donde hay una herida [déjame sembrar] perdón», dijo Francisco de Asís. En casi cada discusión sobre el liderazgo de siervo/a, he escuchado al menos una persona decir, «pero no dejes que te pisoteen». El comentario surge de la preocupación de que poner a otros/as primero de alguna manera nos hace débiles. Puede haber algo de verdad en eso, pero ponernos en primer lugar tampoco nos hace fuerte.
Cuando hago el esfuerzo de reconciliación con el/la otro/a, puedo conseguir despegarme de ese espacio lleno de tensión. Esa reconciliación quizás tenga que enfrentarse a la injusticia y heridas en una comunidad. Esa confrontación puede crear un cambio que ha de ser un terreno fértil para las semillas del perdón.
Del gran Herman Melville tenemos esta cita: »Cielo ten misericordia de todos/as nosotros/as; Presbiterianos/as y paganos/as, porque todos/as de alguna manera tenemos una grieta terrible en la cabeza y lamentablemente necesitamos reparación». Una comunidad se compone de personas que están agrietadas terriblemente en la cabeza. Tocar la bocina al vehículo que vacila en una luz verde es útil para la ventilación, pero no muestra mucha misericordia. La persona puede ser que esté luchando con un problema del tamaño de una ballena.
¿Cómo es tu comunidad? ¿Hay tolerancia, perdón y misericordia? ¿Puede usted y su congregación servir como ente de cambio?