Una iglesia presbiteriana suburbana sabía que su vecindario había ido cambiando al ver un incremento de familias latinas inmigrantes que ahora vivían por la zona. Una anciana gobernante de la iglesia quería reunirse conmigo para preguntarme cómo alcanzar a esa creciente comunidad Latina y pensó que la iglesia debería ofrecer oportunidades de adoración a sus nuevos vecinos. Así que ella pregunto cómo iniciar un servicio en español ya que en su mente, ella ya podía visualizar una pancarta colgada afuera de la iglesia anunciando un nuevo culto en español.

Yo le pedí no adelantarse, sabiendo que la iglesia tenía muy pocas minorías étnico-raciales en su lista y que no habían hecho ningún acercamiento a la comunidad latina anteriormente. Le pregunté « ¿en qué somos buenos como iglesia? Para poder tener una buena conexión con esta nueva comunidad me centraría mas en ese aspecto ». Por ejemplo, le dije que si usted fuera a decirme que su iglesia tiene una guardería muy eficiente, entonces pensaría sobre el impacto de su ministerio si se contrata a una persona bilingüe para trabajar a tiempo parcial en la guardería. Me di cuenta que mi sugerencia había conseguido poner las manos a la obra.

La anciana gobernante dijo que en realidad tenían varios maestros activos y jubilados en la congregación, así como un par de personas bilingües. Con todo esto, se comenzó a considerar cómo estos potenciales podrían ser utilizados como componentes clave para un nuevo alcance.

La anciana gobernante hizo que su sesión reflexionara sobre esta idea y en las reuniones subsiguientes comenzó a tomar forma un proceso para crear un ministerio de tutoría bilingüe. Uno de los aspectos interesantes de su plan era que en lugar que los niños vinieran a la iglesia para la tutoría, estos voluntarios presbiterianos  la darían en la sala comunal en un complejo de apartamentos donde vivían muchas familias latinas. En lugar de esperar que la gente viniera a la iglesia, era la iglesia la que iba hacia la gente. El programa creo una gran expectativa en la comunidad y fue un éxito durante muchos años: se dio ayuda a los niños para que mejoren en la escuela, así como también favoreció una conexión de la iglesia y la comunidad, y re-energizo el entusiasmo de una misión dentro de la Iglesia.

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Los ancianos y las ancianas gobernantes juegan un papel clave en cualquier alcance en la comunidad cambiante de una iglesia:

  1. Los/as ancianos/as gobernantes que son curiosos y comprometidos son adecuados para para prestar atención a las tendencias, el potencial y las necesidades de su comunidad.
  2. Los/as ancianos/as gobernantes saben cómo entablar relaciones entre la iglesia y su vecindario.
  3. Los/as ancianos/as gobernantes quienes tengan un corazón para la misión, entienden la importancia de fomentar la aceptación de la comunidad que estén apoyando, invitándola a colaborar en el desarrollo y la divulgación del esfuerzo del alcance.
  4. Mientras más ancianos/as gobernantes estén involucrados en la planificación e implementación de las ideas de extensión, mejor será el fruto del proyecto de la congregación.

Muchas de nuestras congregaciones son bendecidas con la oportunidad de llegar a sus vecindarios cada vez más diversos. Las historias del ministerio transcultural, junto con el impacto más profundo en la iglesia y la comunidad, tienen al menos una cosa en común: la energía y la pasión de los/as ancianos/as gobernantes en el liderazgo.


Felipe N. Martínez es un presbítero general interino y secretario permanente del Presbiterio de Great Rivers. Después de graduarse del Seminario Teológico McCormick, Felipe sirvió por diez años como  pastor de una pequeña congregación rural. Luego, como presbítero ejecutivo asociado en el Presbiterio de Whitewater Valley apoyó el ministerio hispano y una asociación internacional con México durante once años.