Hermanos y hermanas, les envío mi más caluroso saludo navideño. Mi nombre es Tony De La Rosa, y soy el director ejecutivo interino de la Agencia de Misión Presbiteriana de la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.)

Me gozo en desearles una bendecida y gozosa navidad; Merry Christmas ; Jul-ge-un sung-tan-jul-i dei-gi-reul ba-rab-ni-da en nombre de la junta y del personal de la Agencia de Misión Presbiteriana.

No solamente hay frío aquí en Louisville, Kentucky, sino que también hay una canción. Esta es una canción de gente agradecida; mi canción y la suya: ¡Cristo ha nacido hoy! ¡Cristo a nacido para salvar!

Hoy es Navidad. Un día para  amar. Un día marcado por la gracia de Dios y por nuestra gratitud. Hoy una iglesia que espera da gracias a Dios por el don de nuestro salvador Jesucristo, y por el llamado que hemos recibido a compartir la luz de Cristo, a difundir el amor de Dios, y servir a la iglesia de Cristo.

El primer regalo que  recibí en mi llegada a Louisville hace unas pocas semanas fue el increíble amor, apoyo y oraciones de muchos colegas fieles aquí en el Centro presbiteriano. Respeto profundamente el trabajo para el cual han sido llamados, y los ministerios que tan fielmente llevan a cabo en nombre de la iglesia de Cristo y de la Iglesia Presbiteriana (EE. UU.). Es entre estos hermanos y hermanas en donde yo, en gratitud, paso mi tiempo, esfuerzos y energías edificando el cuerpo de Cristo, un solo cuerpo.

Proclamamos «somos el cuerpo de Cristo we are the body of Christ», cuando cantamos. Dios se revela cuando nos amamos mutuamente y llevamos la luz de la misericordia de Dios a las demás personas. Y, ¿de eso no es lo que se trata esta temporada santa de la Navidad? ¿De llevar la luz del amor y la misericordia de Dios? ¿De llevar el mensaje de esperanza, justicia y reconciliación de Cristo a un mundo cansado y herido, a un mundo desgarrado por la violencia y la guerra, el hambre y el odio? La Navidad nos recuerda que el amor vino a nosotros y que el amor tiene la última palabra. Jesucristo, el Dios encarnado, proclama buenas nuevas para las personas pobres, libertad para quienes están en la cárcel, vista para quienes están ciegos y un final a la opresión.

¡Entonces, ve! ¡Dilo! En donde quiera que te encuentre esta Navidad—en la cima de una montaña, en una playa llena de arena, en una ciudad bulliciosa, o en un tranquilo pueblecito—mi corazón se une al de ustedes para que en conjunto demos la bienvenida y adoremos a nuestro recién nacido salvador. ¡Ve y dilo! Jesucristo ha nacido. Que tengan una Navidad bendecida y feliz.