Cuando desperté esta mañana y mire desde la ventana hacia afuera, el bosque de azaleas por donde vivo parecía muerto. Todas las hojas verdes y suaves que quedaban durante todo el invierno, estaban cerradas tan firmemente que parecían que no tenían vida. Cuando mire al termómetro desde la ventana de nuestra cocina, me di cuenta que hacia 4 grados y el viento soplaba. El meteorólogo de la televisión reportó que la sensación térmica del viento era de menos 20 grados.
Reflexiones sobre esas hojas de azaleas. Es increíble como ellas nos dicen sobre las condiciones climáticas antes de que nosotros pongamos un pie afuera. Ellas se cierran cuando hace frio y ellas se abren cuando el clima esta templado. Inclusive, ellas florecen cuando el clima está lindo durante un periodo en el verano.
Mucho de esto me recuerda a nuestra denominación. Es tan fácil para nosotros, en tiempos adversos (como el clima gélido) retirarnos, apagarnos y parecer que no tenemos vida. Es más fácil resistir el criticismo y los vientos huracanados al retirarnos en vez de ser fuertes. Hay veces que debemos hacer esto para sobrevivir.
Hay veces que debemos tener una «retirada estratégica», como dicen en las fuerzas armadas, para poder reforzar nuestro vigor y nuestros recursos para que podamos regresar aún más fuertes. Pero a veces, nos retiramos porque no queremos enfrentar las realidades del lenguaje crudo o el invierno.
En estos últimos 6 meses, muchos de mis sermones se han basado en el pasaje de Romanos 8 donde Pablo dice: «Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!»
En los muchos de mis viajes a través de nuestra denominación, y en varios países durante seis meses que he servido como moderador, he visto a la iglesia desde muchos ángulos. Algunas personas se están dando por vencidas. Otras se están retirando. Pero otras están diciendo «estos son los elementos de nuestra sociedad en la cual se nos ha puesto para ser testigos de nuestro Señor. Levantémonos para que se nos tome en cuenta. Hay que dar las buenas nuevas que nos unen. Vamos a minimizar a esas personas criticonas que desean desmerecer nuestra efectividad como denominación, al ser positivos, honestos y apasionados sobre las partes maravillosas que mantiene a nuestra familia unida.»
Podemos haber disminuido en tamaño, pero estamos fortaleciéndonos cada vez más en el núcleo del cual hemos sido parte durante varios años. Sinceramente lo creo. Y le pido a Dios que continúe mostrándonos la manera de hacer su voluntad en el nombre de Jesucristo así como continuamos en nuestra travesía. Si tenemos que ir hacia el interior para protegernos a nosotros mismos y renovar nuestro espíritu, pues hay que hacerlo. Pero como la azalea, vamos a prepararnos para florecer y prosperar en nuestra renovación, y en respuesta a su resurrección y la vida nueva.