La 221a Asamblea General (2014) de nuestra iglesia fue clausurada el 21 de junio después de ocho días de discusiones, adoración y votación. Se tomaron muchas decisiones, lo que normalmente significa que se dieron respuestas a las preguntas. Sin embargo, en nuestra iglesia reformada, encontramos que las decisiones sólo ayudaron a resaltar algunos de los problemas que enfrenta actualmente nuestra denominación. Ciertamente, hemos sido instruidos sobre lo que debemos hacer con respecto a muchos asuntos, pero muchas incógnitas surgieron en lugar de ser resueltas.
Tengo mis propias preguntas, y algunos de ustedes han expresado sus propias preguntas. Al empezar mis dos años de servicio como Moderador, deseo compartir con ustedes algunas de las preguntas que me han hecho en las últimas semanas, y que espero poder explorar más a fondo durante mi mandato. No las ofrezco con ningún plan u otro motivo, sino como el comienzo de un diálogo que espero que compartamos en los próximos meses.
- ¿Aceptamos intencional y abiertamente que estamos todos reunidos en esta iglesia porque creemos en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, y que nada que hagamos será más importante que ese hecho?
- ¿Reconocemos que la realidad de cada uno de nosotros es limitada dado a nuestra humanidad y pecaminosidad al interpretar las escrituras y que no estemos de acuerdo en las diferentes interpretaciones?
- ¿Es la desinversión de cualquier tipo, la respuesta apropiada para nuestra denominación a tomar en cuenta cuando se tiende a polarizar y politizar nuestras decisiones, y se convierte en el tema dominante para cada uno en la reciente asamblea?
- ¿Cómo puede nuestra denominación llegar al pueblo palestino y judío de una manera que comunica nuestra angustia sincera por ambas comunidades en cuanto a su victimización de terror y acoso, y su derecho a una patria?
- ¿Nuestras decisiones sobre el matrimonio reflejan sinceramente la decisión de estar abiertos al adoptar y creer diferentes posiciones en cuanto a las uniones del mismo género? ¿Realmente hay espacio en la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.) para los que creen que esto es un derecho dado por Dios para adorar y servir en congregaciones donde la gente cree que es un comportamiento pecaminoso?
- ¿Esta "Louisville" en contacto con las necesidades de la iglesia? En otras palabras, como una denominación, ¿estamos dirigiendo nuestras oficinas centrales para servir a nuestra iglesia de manera en la que más necesitan, en lugar de que el personal dirija las prioridades que ellos crean que son importante?
- ¿Está la junta de la Asamblea General organizada de la mejor manera para reflejar las prioridades de la iglesia? ¿Hay mucho enfoque en la votación que podemos pasar desapercibidos otras áreas que también necesitan de nuestro tiempo? ¿Debemos escuchar las historias de los logros de nuestras congregaciones y también compartir los retos del ministerio diario en las iglesias y explorar juntos las maneras como estas pueden ser expandidas o duplicadas?
- ¿Debemos maximizar la presencia y los dones extraordinarios de los delegados asesores jóvenes adultos, así como también de otros jóvenes adultos a lo largo de la iglesia?
- ¿Son las 1001 nuevas comunidades de adoración signos de renovación en la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.) o son estas modas pasajeras y reuniones de personas no centralizadas en lugares donde no sostendrán longevidad?
- ¿Estamos dando adecuada atención a las pequeñas y antiguas Iglesias que siguen siendo vitales pero que tienen problemas financieros a comparación de las nuevas entidades?
Los invito a comunicarse conmigo a la misma vez que buscamos la manera de hacer nuestra denominación una de personas cristianas saludables y afectuosas en vez de tener un grupo de personas que han perdido su habilidad de identificar la santidad de cada hijo de Dios, que fue creado a la imagen de Dios.