Las personas tienen diferentes razones, no siempre espirituales, para aceptar servir como ancianos/as gobernantes, y no puedo decir exactamente que acepte serlo por la razón correcta. De hecho, no puede haber sido una decisión meditada. Con mi formación y experiencia como oficial del Ejército, por lo general tomo decisiones rápidas. Estuve casado tres meses después conocí a mi esposa, si no contamos el año de separación, ya que serví en Vietnam.
Si convertirse en un/a anciano/a gobernante era una decisión rápida para mí, ha resultado ser una de las decisiones más importantes de mi vida. Mi servicio como anciano gobernante me ha bendecido en varias ocasiones. Por ejemplo, he aprendido más acerca de nuestros principios históricos y el gobierno que de ningún otro modo hubiera podido aprender. Y mi tomade decisiones ha sido informada por la interpretación presbiteriana y el uso de las Escrituras. Esto aplica en las decisiones que tomo en mi vida profesional, en mi vida familiar, en mi trabajo en la iglesia y en los asuntos cívicos. Por ejemplo, en la decisión de cómo votar en las elecciones políticas, yo confió en la interpretación presbiteriana y el uso de las Escrituras.
Una de las maneras como aprendí lo que significa ser presbiteriano, fue asistir a las reuniones mensuales del presbiterio en ese entonces, no siempre como un comisionado, sino que por lo general en calidad de observador. Eso puede haber contribuido a mi posición en el grupo de trabajo de la reunión al cual se le encargo la combinación de seis presbiterios en tres presbiterios actuales ubicados en Alabama. El servicio en ese grupo de trabajo llevó a un punto de inflexión en mi vida como un anciano gobernante porque poco después de eso, se me pidió que actúe como moderador de nuestro presbiterio. Al principio, yo le dije al Comité de Nominaciones para Moderador por qué sería un error para mí servir como moderador del presbiterio; mi pobre excusa era que no sabía nada sobre el procedimiento parlamentario. Eso era cierto, pero era simplemente otra forma de decir que yo era demasiado perezoso para pasar una tarde aprendiendo las reglas de Robert.
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Pero mi solicitante persistió y prevaleció, y mi servicio como moderador del presbiterio trajo a casa una importante lección espiritual: Dios no llama a los hombres y mujeres a cualquier tarea sin equiparlos para esta. Moisés fue uno de muchos que han aprendido esta lección. Usted sabe que él también hizo excusas acerca de por qué él no era apto para la misión que Dios le asignó.
El texto en Éxodo hace sonar a Dios de una manera muy casual. «Por lo tanto, ponte en camino, que te voy a enviar ante el faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas.» Moisés, un pastor humilde, comprensiblemente le contesto, « ¿Y quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los israelitas?» Inclusive después de que Dios reasegurara a Moisés diciendo «Yo estaré contigo…», Moisés trato de desvincularse al decir « ¡Ay, Señor! Yo no tengo facilidad de palabra, y esto no es sólo de ayer ni de ahora que estás hablando con este siervo tuyo, sino de tiempo atrás. Siempre que hablo, se me traba la lengua. Pero el Señor le contestó: ¿Y quién le ha dado la boca al hombre? ¿Quién si no yo lo hace mudo, sordo, ciego, o que pueda ver? Así que, anda, que yo estaré contigo cuando hables, y te enseñaré lo que debes decir.» Aun así, Moisés objeto al rogar al Señor que «envié a alguien más».
Sabemos que Dios, a través de su agente Moisés, lleva a cabo la misión de sacar a los israelitas de Egipto. Del mismo modo, Dios escogió a Gedeón para comandar un ejército de apenas 300 para salvar a Israel de sus numerosos enemigos. Jonás trató de huir de Dios, pero Dios lo usó para salvar a todos los habitantes de la destrucción de la gran ciudad. Y con la ayuda de Dios, el presbiterio ha sobrevivido mi mandato como su moderador, y yo ya no tenía una excusa para rechazar el llamado de Dios. Desde ese entonces, he descubierto que es imposible decir no cuando se solicita para servir en posiciones de liderazgo de la iglesia, incluso aquellos que parecen no tener cualidades que son requeridas. He aprendido que si decimos que sí y dar un pequeño paso hacia la tarea, Dios nos equipa para terminarla. Realmente, es cierto que «puedo hacerlo todo a través de Cristo, que me fortalece.»
Por otra parte, deberíamos estar reconfortados e inspirados cuando veamos como Dios nos usa para hacer su obra. Esa es la evidencia de nuestra salvación, fruto del espíritu. Es una prueba de nuestra humildad y dependencia de Cristo: Yo creo que es parte del punto de Pablo en 2 Corintios 12:9: «pero el Señor me ha dicho: «Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad.»
Dios eligió a Moisés. Dios escogió a Gedeón. Dios escogió a Jonás. Dios me escogió. Dios los ha escogido. Gocémonos y alegrémonos de la elección de Dios.
Sr. Frank S. James, un anciano gobernante de la Iglesia Presbiteriana Southminster, Birmingham, Alabama, es un distinguido abogado, veterano condecorado del Ejército y presidente del el Comité de Salud de la Junta de Pensiones. Este es un extracto de su discurso dado en el Almuerzo de los/as ancianos/as gobernante como parte de la 221a Asamblea General en Detroit, MI, el 18 de junio de 2014.