Mientras muchas personas en nuestra nación, incluyendo a la membresía de la Iglesia Presbiteriana (EUUA) están haciendo frente a la reciente sentencia absolutoria en el caso de la Florida contra George Zimmerman, como resultado de la muerte a tiros de Trayvon Martin, es importante que recordemos nuestro compromiso de fe de orar por aquellas personas que están directamente involucradas. Ambas familias, independientemente de nuestras opiniones con respecto al resultado del litigio, han enfrentado una prueba difícil este pasado año. Ni la familia Martin, ni la familia Zimmerman, encontrarán una solución fácil o un final satisfactorio en los próximos días. Por lo tanto, como comunidad de fe, debemos ser firmes en nuestro compromiso de orar por su sanidad.
Las noticias nos informan que ya han comenzado a surgir protestas, procedimientos legales y otras respuestas como resultado del veredicto. Como personas que creemos en una «paz, que es más grande de lo que el ser humano puede entender» (Filipenses 4: 7), es importante demostrar nuestro compromiso de apoyo a los medios pacíficos para demostrar reacciones al litigio. Es importante en estos momentos que sigamos dando testimonio de la obra inconclusa del reino de Dios en nuestro medio, y de nuestro deseo de dar ejemplo a través de nuestra fe.
Exhortamos a toda la membresía y a las congregaciones de la Iglesia Presbiteriana (EUUA) a declarar un compromiso para erradicar la violencia a mano armada en nuestras comunidades. Como iglesia, nuestra Asamblea General se ha comprometido a terminar con el sufrimiento causado por la violencia armada en este país, a través de una declaración titulada «Gun Violence and Gospel Values: Mobilizing in Response to God’s Call» (La violencia armada y los valores del Evangelio: la movilización en respuesta al llamado de Dios). Este documento provee varias maneras en las cuales las congregaciones, las comunidades y las personas pueden involucrarse en retar la cultura nacional de violencia y reducir las más de 30,000 muertes causadas por la violencia armada, las cuales traumatizan a nuestra nación cada año.
Jesús nos recuerda que «dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos» (Mateo 5: 9). La paz no es una respuesta pasiva a los momentos de lucha y dolor humanos. La paz es generada por nuestra disposición de confiar en Dios mientras nos involucramos activamente en las difíciles luchas de la vida humana. Hoy, ponemos nuestra fe en Jesucristo mientras confiamos en que el Espíritu Santo guía nuestro camino a un mundo libre del temor y de la violencia.
Neal D. Presa, Moderador de la 220a Asamblea General (2012)
Gradye Parsons, Secretario permanente de la Asamblea General
Linda Bryant Valentine, Directora ejecutiva de la Agencia de misión presbiteriana